Hay muchas clases de cadenas que nos atenazan , algunas parecen forradas de terciopelo, pero en el fondo son fuertes y nos tienen sujetos a algo o a alguien sin saber muy bien por qué.
El otro día, tomando un café me tocó un papel de azucarillo con este mensaje escrito: NO HAY CADENA POR DURA Y ANTIGUA QUE SEA, QUE TÚ NO PUEDAS ROMPER.
Me hizo pensar en lo difícil que resulta cambiar alguna costumbre en nuestra propia vida para mejorarla. A veces son pequeñas cosas, vencer un miedo, superar la indecisión o la timidez, cambiar una rutina que nos atenaza, desprendernos de necesidades creadas que no nos llevan a ningún sitio....en fín muchas pequeñas o grandes trabas que nos impiden crecer como personas y ser más felices.
Siempre hay algo o alguien a quien culpar de "no poder ser yo mismo", pero seguramente la razón y la clave para cambiarla está en "uno mismo".
Puede ocurrir que una persona sola no tenga la fuerza suficiente para romper su esclavismo. Es entonces cuando la mejor ayuda viene de los demás, de esas personas verdaderamente amigas que con su apoyo desinteresado son capaces de ir rompiendo los eslabones que nos sujetan y de hacernos más libres.
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